Era una noche tormentosa, las heladas gotas caían cada vez con más fuerza y no parecía que fueran a cesar, el gran río que partía la ciudad parecía que pronto se desbordaría, cosa que en Ajemonía no ocurría desde hacía 100 años, y en aquella ocasión había arrasado con todo el pueblo. Cierto era que en aquel tiempo sus casas eran más bien chozas y que ahora estaban mejor construidas, pero es por todos sabido que la fuerza de la naturaleza es asombrosa, por ello los Ajemonianos ya habían guardado sus pertenencias de valor y se disponían a huir del lugar, al menos intentarían llegar a salvo hasta el mercado principal, el cual se encontraba a las orillas de la ciudad para facilitar el comercio con Enrroquetón (Ciudad vecina), hasta ese lugar el agua no podría llegar... o al menos eso pensaron.
Ajemonía (También conocida como la ciudad sin Rey) es una ciudad de no más de mil habitantes, y a pesar de los múltiples desastres naturales que ocurren allí, está reconocida como la más importante del mundo, cualquiera conoce al menos una de las grandes historias ocurridas en la ciudad, desde el duelo entre Titanes de Fuego, hasta la coronación del actual Rey de Kentro-Terra (Rey temido por su tiranía y poderío).
Además en la ciudad cada 5 años se lleva a cabo el “Duelo Final” el cual se libra sobre los 64 legendarios escaques de Ajemonía y decide al nuevo Rey de Reyes, quien a lo largo de su reinado se encarga de mantener la paz y el progreso general mundial como fines primordiales.
El actual Rey de Reyes lleva el nombre de Kontu y ha dado ya la orden de desalojar a todos y llevarlos a un lugar seguro, aun así en un pequeño prado justo frente al río se encontraban un par de personas jugando una partida de ajedrez, parecía que era muy importante, aunque al parecer ni correspondía a un duelo especifico ni había nada de por medio, el hombre de las piezas blancas, con una gran barba canosa se encontraba pensando firmemente sobre el tablero, mientras que el de las piezas negras era bastante joven y parecía perdido en sus pensamientos mirando al cielo sin aparente sorpresa por la tormenta, algunos caballeros del Rey galopando en sus caballos intentaron acercarse a ellos para darles la orden del Rey de Reyes pero cuando les faltaban unos cuantos metros por llegar, una gran valla de plantas con espinas enormes surgió de la tierra y creció frente a ellos, los caballos relincharon e hicieron hacia atrás, la enredadera iba ensanchándose y los rodeo totalmente, sus espadas nada podían hacer contra aquella planta enorme, los muros verdes eran ya enormes y dejaban sin posibilidad de escape a los caballeros que se encontraban totalmente desconcertados, ¿qué rayos pasaba?, en ese momento el río se desbordó y el torrente de agua fluía con una fuerza impresionante, el viejo de la barba sin inmutarse se puso de pie, pronunció unas palabras en un idioma extraño y justo antes de que el agua arrasara con ellos, aventó una especie de polvo rojo al viento, desapareciendo junto con el joven de las piezas negras y el tablero de ajedrez, el agua se acercaba a los caballeros atrapados aún en aquellos muros puntiagudos por las espinas de la enredadera, desesperados intentaban escapar, era inútil. Los muros los fueron aprisionando cada vez más hasta que los aplastaron, gritos de terror se escucharon unos momentos y después el silencio profundo de la muerte se apoderó del lugar. El torrente de agua que acababa de colisionar contra el muro de espinas impresionantemente no perdió fuerza y continuaba avanzando furioso contra la ciudad, mientras los habitantes resguardados en lo alto del mercado principal, no sabían si lamentar la muerte de los caballeros o esperar tristemente la suya.
Además en la ciudad cada 5 años se lleva a cabo el “Duelo Final” el cual se libra sobre los 64 legendarios escaques de Ajemonía y decide al nuevo Rey de Reyes, quien a lo largo de su reinado se encarga de mantener la paz y el progreso general mundial como fines primordiales.
El actual Rey de Reyes lleva el nombre de Kontu y ha dado ya la orden de desalojar a todos y llevarlos a un lugar seguro, aun así en un pequeño prado justo frente al río se encontraban un par de personas jugando una partida de ajedrez, parecía que era muy importante, aunque al parecer ni correspondía a un duelo especifico ni había nada de por medio, el hombre de las piezas blancas, con una gran barba canosa se encontraba pensando firmemente sobre el tablero, mientras que el de las piezas negras era bastante joven y parecía perdido en sus pensamientos mirando al cielo sin aparente sorpresa por la tormenta, algunos caballeros del Rey galopando en sus caballos intentaron acercarse a ellos para darles la orden del Rey de Reyes pero cuando les faltaban unos cuantos metros por llegar, una gran valla de plantas con espinas enormes surgió de la tierra y creció frente a ellos, los caballos relincharon e hicieron hacia atrás, la enredadera iba ensanchándose y los rodeo totalmente, sus espadas nada podían hacer contra aquella planta enorme, los muros verdes eran ya enormes y dejaban sin posibilidad de escape a los caballeros que se encontraban totalmente desconcertados, ¿qué rayos pasaba?, en ese momento el río se desbordó y el torrente de agua fluía con una fuerza impresionante, el viejo de la barba sin inmutarse se puso de pie, pronunció unas palabras en un idioma extraño y justo antes de que el agua arrasara con ellos, aventó una especie de polvo rojo al viento, desapareciendo junto con el joven de las piezas negras y el tablero de ajedrez, el agua se acercaba a los caballeros atrapados aún en aquellos muros puntiagudos por las espinas de la enredadera, desesperados intentaban escapar, era inútil. Los muros los fueron aprisionando cada vez más hasta que los aplastaron, gritos de terror se escucharon unos momentos y después el silencio profundo de la muerte se apoderó del lugar. El torrente de agua que acababa de colisionar contra el muro de espinas impresionantemente no perdió fuerza y continuaba avanzando furioso contra la ciudad, mientras los habitantes resguardados en lo alto del mercado principal, no sabían si lamentar la muerte de los caballeros o esperar tristemente la suya.
D r A G ó N
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